Quizá la humanidad esté demasiado preocupada por que la IA se apodere del mundo.
Sí, es un problema, pero uno para el futuro.
La humanidad tiene que sobrevivir al levantamiento de las cucarachas cibernéticas y no, no nos hemos inventado ese término.
Pero sí nos hemos inventado lo de que se apoderen del mundo. No podemos asegurar que no lo harán, pero podemos hacer una buena suposición.
Los científicos han ido demasiado lejos esta vez, creando cucarachas cyborg que se alimentan del sol. ¿Por qué? La ciencia espera utilizar su nuevo ejército para misiones de búsqueda y rescate y para vigilar el medio ambiente.
«Quiero que sepa que fui yo»
En un artículo publicado ayer, los científicos hicieron gala de sus dotes de ingeniería al revelar un sistema que permite controlar a distancia las patas de una cucaracha.
El sistema se introduce esencialmente en el sistema nervioso de la cucaracha.
Las cucarachas silbadoras de Madagascar son los desafortunados sujetos de prueba de esta tecnología.
Las cucarachas llevan una mochila que se carga mediante energía solar.
Un operador puede pulsar un botón que envía una descarga a través del sistema nervioso de la criatura, forzándola a tomar la dirección que elija el conductor.
Para ello, el sistema de la mochila se conecta a los «cercos» de la cucaracha, dos nervios sensoriales situados en el extremo del abdomen.
Uno está a lo largo de la izquierda de la cucaracha y otro a la derecha. Envía una descarga por la derecha, y girará a la derecha. Lo mismo ocurre con la izquierda. El problema es hacer llegar las descargas a la cucaracha.
La mochila de descarga requiere una fuente de energía.
Las baterías simples están fuera de cuestión. Si se muere, la cucaracha es libre de andar por ahí como quiera.
Buena suerte para recuperar la mochila. La mejor solución es la energía solar, que mantiene la batería cargando sobre la marcha.
Después de muchas pruebas y errores, los científicos conectaron la batería y el módulo de estimulación al tórax de la criatura. El módulo solar tenía que estar en el abdomen de la cucaracha, lo que supuso un reto.
El principal problema al que se enfrentaron los científicos fue evitar que la cucaracha se diera la vuelta y estropeara todos los sistemas.
No podían poner cinta adhesiva flexible y dar por terminado el proyecto. Dificultaría demasiado el movimiento de la cucaracha.
El equipo probó varias películas eléctricas extremadamente finas, observando cómo cada una de ellas afectaba a la velocidad y la movilidad de la cucaracha.
Finalmente, el equipo llegó a un trozo de película diecisiete veces más fino que un cabello humano. Esto mantiene a la cucaracha lo suficientemente ligera como para moverse sin ralentizar los giros dirigidos.
Queda por ver cuándo veremos a estas cucarachas cibernéticas en misiones reales.
De momento, esto es todo lo que ha conseguido el equipo. Enviar una cucaracha teledirigida a buscar personas atrapadas también requeriría cámaras.
Éstas consumen más energía, son más difíciles de sujetar a la criatura y tendrían una calidad de imagen muy baja.
Es posible, pero no sería elegante. El equipo está trabajando en ello, pero podría pasar un tiempo antes de que veamos cucarachas cibernéticas utilizadas en la práctica.