(EFE).- Al menos veintidós personas murieron a consecuencia de un ataque aéreo ruso perpetrado este jueves contra una unidad militar ubicada en la región de Odesa, a orillas del mar Negro, tras el inicio de la operación ordenada por el presidente de Rusia, Vladímir Putin, contra Ucrania.
Según informó el Servicio Estatal de Emergencias, a consecuencia del ataque fallecieron 11 hombres y 11 mujeres.
Anteriormente se había informado de la muerte de 18 personas, pero bajo las ruinas de la instalación militar aparecieron nuevos cadáveres.
Una de las víctimas fue hallada con vida entre los escombros, pero falleció posteriormente en el hospital.
Anteriormente la Presidencia ucraniana informó sobre la muerte de más de 40 soldados durante los ataques perpetrados por el Ejército ruso contra aeródromos y bases militares en territorio de este país.
Según Alexéi Arestóvich, asesor presidencial, la mayoría de bajas ocurrieron durante los bombardeos aéreos de esta mañana.
Arestóvich, quien subrayó que, pese a todo, Rusia no ha logrado socavar el potencial defensivo de las Fuerzas Armadas, se dirigió a los ucranianos para que den sangre con destino a los soldados que combaten en el frente.
El Ejército ucraniano denunció que Rusia no sólo atacó infraestructuras militares, sino también martilleó poblaciones, donde se habrían producido muertos entre los civiles.
El presidente de Ucrania, Volodímir Zelenski, anunció hoy la ruptura de relaciones diplomáticas con Rusia tras la agresión ordenada por el jefe del Kremlin, Vladímir Putin.
Además, aseguró que el Gobierno está ya repartiendo armas «entre todos aquellos que lo deseen» para defender el territorio nacional del invasor ruso.
«El comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de Ucrania ordenó causar las mayores pérdidas posibles al invasor», informó el Ejército de Tierra en un comunicado.
El ministro nipón añadió que el Norte «podría haber alcanzado ya la fase de producción para su el uso práctico» del misil Hwasong-12, tras perfeccionar su operatividad en repetidos test en 2017.
La nueva sucesión de lanzamientos estuvo acompañada de una amenaza velada por parte del régimen el pasado día 20 sobre una posible reanudación de sus test nucleares y de misiles intercontinentales, al señalar que Pionyang estudiaba una «retomar todas sus acciones suspendidas temporalmente» en materia de Defensa.
¿FIN DE LA MORATORIA NORCOREANA?
Los expertos temen que esa declaración, unida a la escalada en la cantidad y tipología de los test, apunte a una vuelta a la estrategia de tensión máxima por parte de Pionyang, que quedó aparcada con el deshielo intercoreano y las cumbres fallidas entre Kim y el expresidente estadounidense Donald Trump.
Washington sigue tendiendo la mano al diálogo que permanece estancado desde hace más de dos años, pero al mismo tiempo decidió este mismo mes imponer nuevas sanciones sobre el ya aislado régimen y ha reclamado en el Consejo de Seguridad de la ONU más presión sobre Pionyang.
Según la KCNA, el nuevo test con el Hwasong-12 tuvo como objetivo «verificar la precisión» de un proyectil norcoreano probado en varias ocasiones en 2017, entre ellas dos test en los que sobrevoló la isla septentrional japonesa de Hokkaido.
El alcance estimado del Hwasong-12 es de unos 4.500 kilómetros, lo que permitiría teóricamente golpear las bases militares estadounidenses en la isla de Guam, algo con lo que amenazó el régimen a Washington en pleno enfrentamiento dialéctico entre Kim Jong-un y Trump antes de que ambos se encontraran cara a cara en la histórica cita de 2018.