El 24 de agosto de 2025, Iryna Zarutska, una refugiada ucraniana de 23 años, fue apuñalada mortalmente en un tren en Charlotte, Carolina del Norte, mientras viajaba sola. El video del crimen, que muestra a Decarlos Brown Jr., un hombre de 34 años con un historial de 14 arrestos y un diagnóstico de esquizofrenia, atacándola por la espalda, se volvió viral en redes sociales. Sin embargo, a pesar de la brutalidad del acto y la vulnerabilidad de la víctima, los medios tradicionales han guardado un silencio notablemente prolongado sobre el caso, contrastando fuertemente con la amplia cobertura del asesinato de George Floyd en 2020. Esta disparidad ha generado un debate intenso sobre el rol de los medios en la formación de narratives públicos y las influencias ideológicas en la selección de noticias.
Iryna Zarutska llegó a Estados Unidos en 2022 huyendo de la guerra en Ucrania. Según su obituario, era una artista talentosa que trabajaba en una pizzería y soñaba con convertirse en asistente veterinaria. Su vida, truncada de manera violenta, ha sido objeto de escrutinio público, especialmente después de que el video del crimen fuera difundido ampliamente en plataformas como X (anteriormente Twitter). El agresor, Decarlos Brown Jr., fue arrestado y enfrenta cargos de asesinato en primer grado. Sin embargo, la discusión no se ha centrado únicamente en el crimen, sino en la respuesta de los medios y la sociedad.

En contraste, el asesinato de George Floyd en mayo de 2020 recibió una cobertura masiva en medios tradicionales, generando protestas globales y un movimiento social significativo bajo el lema «Black Lives Matter.» Mientras que el caso de Floyd, un hombre negro asesinado por un policía blanco, dominó los headlines durante meses, el caso de Zarutska, una mujer blanca asesinada por un hombre negro, ha sido mayormente ignorado por los mismos medios hasta que la presión en redes sociales lo hizo imposible de soslayar. Esta disparidad ha sido destacada por figuras como Elon Musk, quien comparó la cobertura de ambos casos como un «Divide by zero ratio,» sugiriendo una desproporción extrema.

El silencio de los medios tradicionales sobre el caso de Zarutska no pasó desapercibido. Influencers conservadores y usuarios comunes en X criticaron la falta de atención, acusando a los medios de sesgo ideológico. Comentarios como el de Benny Johnson, quien afirmó que «si Iryna fuera negra y su asesino blanco, los medios estarían enardecidos sin parar,» reflejan la percepción de que la raza y el contexto político influyen significativamente en la cobertura mediática. De hecho, un análisis de Newsweek señaló que crimes involving white offenders and Black victims tienden a recibir más atención nacional, mientras que casos como el de Zarutska a menudo permanecen como historias locales hasta que son amplificados en redes sociales.
La discusión en un panel de CNN, documentado en un tweet de Collin Rugg, ilustra aún más esta tensión. Durante el segmento, los panelistas parecían más enfocados en defender al agresor que en condenar el crimen. Abby Phillip cuestionó si Brown debería haber sido encarcelado de por vida, a lo que Keith Boykin respondió: «You don’t lock people up for schizophrenia.» Kat Abughazaleh, por su parte, argumentó que las personas no deberían ser encarceladas por enfermedad mental, ignorando el extenso historial de violencia de Brown. Este enfoque ha sido criticado como un intento de obviar los hechos del caso y priorizar narratives de justicia social sobre la seguridad pública.
La polarización alrededor del caso de Zarutska no solo refleja divisiones ideológicas, sino también una lucha por la narrative. Mientras algunos abogan por accountability para criminales violentos, otros defienden soluciones basadas en salud mental, a menudo minimizando el riesgo que representan individuos como Brown. Sin embargo, la realidad es que Iryna Zarutska no estaba amenazada por una enfermedad mental abstracta, sino por un hombre con un historial documentado de violencia que, según los registros, no recibió la intervención necesaria para proteger a la comunidad.
La muerte de Iryna Zarutska no debe ser solo un momento viral en redes sociales, sino un llamado a la justicia y a una cobertura mediática más equitativa. La disparidad en la atención de los medios entre este caso y el de George Floyd plantea preguntas fundamentales sobre el rol de los medios en la sociedad y cómo la raza, la ideología y la política influyen en qué historias se cuentan. Urge a los medios tradicionales a reconsiderar sus prioridades y a cubrir casos de violencia sin sesgos ideológicos, especialmente cuando involucran a víctimas vulnerables. Solo así se puede asegurar que la verdad prevalezca por encima de las agendas.